Hace unos días valoramos la posibilidad de comentar en este blog el globo sonda lanzado por la Secretaria de Estado Gomendio en su conferencia en el Ritz acerca de la oportunidad de suprimir las becas a los estudiantes universitarios y sustituirlas por préstamos.

La propuesta nos pareció tan descabellada que decidimos no comentarla.

Días después se puso en contacto con nosotros Rodrigo Carretero del Huffington Post que deseaba conocer nuestra opinión sobre este asunto. Ayer domingo apareció publicada su interesante nota titulada ¿Pasar a un sistema de préstamos universitarios? “Las becas deberían mantenerse siempre (pinchar aquí) cuya lectura es muy recomendable.

A continuación reproducimos la entrevista que nos hizo que refleja nuestra opinión sobre este asunto.

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¿Qué ventajas y desventajas tiene un sistema de préstamos respecto a uno de becas?

En la mayor parte de los países desarrollados, incluyendo EEUU e Inglaterra, hay sistemas mixtos de apoyo a los estudiantes y sus familias, es decir sistemas que combinan los préstamos y las becas. No tiene sentido oponer ambos sistemas como se ha hecho hace unos días porque deben ser complementarios.

En España el volumen de becas y ayudas para estudios universitarios es relativamente pequeño frente a otros países.

Los préstamos implican la obligación de reembolso por los estudiantes, primeros beneficiarios de los estudios. “Responsabilizan” a los estudiantes y suponen indirectamente un incentivo a que estudien más y aprueben para no tener que aumentar su deuda por alargar sus estudios y también es un incentivo para que opten por estudios “más rentables”, con más salidas laborales, que les faciliten la devolución de los préstamos.

Las becas, y más aún con las exigencias de nota y de aprobados actuales, también es un elemento que responsabiliza al estudiante. Al ser concedidas a los estudiantes cuyas familias tienen menor renta son un instrumento que facilita la igualdad de oportunidades apoyando a las capas más desfavorecidas de la sociedad, al menos si la renta fiscal se ha determinado correctamente, algo que no siempre es el caso en España. En otro caso no accederían a la universidad. Por ejemplo, en Inglaterra, el modelo teóricamente defendido por la Secretaria de Estado, las becas para los estudiantes que acceden a la universidad desde  las clases más desfavorecidas existen.

Alguna universidad madrileña tiene un sistema propio de becas en el que los beneficiarios se comprometen a devolver la mitad de lo que recibieron cuando trabajen y lo que retornan se aplicará a nuevas becas.

Hay que tener en cuenta que, en cualquier caso, las Comunidades Autónomas – no el Ministerio – “becan” en más de un 60% el coste de los estudios universitarios puesto que financian buena parte de la actividad de las universidades públicas.

El Ministerio sólo paga las becas a estudiantes, es el chocolate del loro. Las CCAA asumen el grueso de la financiación de las universidades. Las becas (lo que aporta el Ministerio) tienen un peso menor en los ingresos totales de las universidades e incluso su peso es pequeño respecto a los ingresos totales por matrículas.

Para el Estado, pasar de un sistema a otro puede tener algunas ventajas contables. El inconveniente es la carga de trabajo adicional – seguir préstamos a 30 o 40 años es complicado y el Ministerio carece de experiencia al respecto – y que el coste real solo se sabe al final. Para las familias españolas, ya muy endeudadas según cualquier estándar, se incrementaría su endeudamiento, algo que no parece muy positivo.

En Inglaterra – dónde uno de los objetivos declarados era como en el caso de la Secretaria de Estado – que el contribuyente pagara menos, los últimos estudios realizados indican que el coste final del sistema de préstamos para el contribuyente podría ser más elevado que el modelo anterior de financiación de las universidades.

En Inglaterra no se quitaron becas para poner préstamos. Lo que se ha hecho en Inglaterra hace un par de años es algo muy distinto:

–        Eliminar la mayor parte de las subvenciones directas a las universidades

–        Compensar lo anterior con incremento de matrículas y que los alumnos paguen la totalidad del coste de sus estudios

–        Como ese coste es muy alto (unos 11.500 euros año solo de matrícula), el Estado inglés facilita a los estudiantes préstamos en condiciones especiales: carencia hasta que tienen una cierta renta, pago en treinta años, tipo de interés igual a la tasa de inflación + 3%, condonación si no alcanzan la renta mínima.

La reforma inglesa tenía varios objetivos, uno de ellos era minorar el coste total de los estudios universitarios para el Estado y trasladarlo a los estudiantes. Pero parece que las cuentas podrían no salir porque las hipótesis iniciales de tipos de interés son complicadas, estamos hablando de préstamos a muy largo plazo, y también las de morosidad, ligada al empleo e ingresos de los futuros graduados. De hecho en Inglaterra están pensando ya en modificar la duración de los préstamos y rebajar el momento (el importe de renta) a partir del cual se inicia su devolución.

Es importante resaltar que no se puede comparar España con Inglaterra. En Inglaterra no se eliminaron becas para poner préstamos; en Inglaterra se realizó un cambio de paradigma total hace dos años – hubo una revolución en el sistema de financiación: se elevaron las tasas un 50% hasta unos 11.500 euros año (allí el grado es de tres años, aquí de cuatro años y las tasas aquí se sitúan entre 1.000 y 2.600 euros según titulaciones y comunidades autónomas), se redujo drásticamente la financiación directa a las universidades – que ya solo casi reciben dinero de los alumnos allí; aquí se financian básicamente vía CCAA – y se impulsaron los préstamos pero manteniendo  becas.

El objetivo en Inglaterra no fue poner préstamos y eliminar becas si no lograr un sistema de financiación universitario mejor.

Hay otros modelos: por ejemplo en Alemania los estudiantes no pagan matrículas.

La secretaria de Estado de Educación aseguró el viernes que el modelo en caso de implantar un sistema de préstamos sería el inglés, donde los estudiantes sólo devuelven el préstamo si tienen un sueldo mayor a 21.000 libras y desaparece si en 30 años no ha podido pagarse. ¿Qué opinión te merece un sistema de este tipo? ¿Qué otras alternativas hay en un sistema de préstamos?

Ya hemos indicado que el modelo de financiación universitaria inglés es un modelo totalmente diferente en una sociedad también diferente y que combina becas y préstamos como hacen casi todos los países desarrollados.

Y no todo el mundo está convencido de que sea lo mejor; por ejemplo el modelo escocés es un modelo de universidad casi gratuita para sus estudiantes.

Las decisiones políticas pueden ser las que sean pero lo que no es de recibo es que el Ministerio siga improvisando sobre el Sistema Universitario español y que lo único que plantee sea eliminar becas sustituyéndolas por préstamos. ¿Dónde está la reforma Wert? Hay que avanzar hacia un sistema eficaz de becas complementado con un sistema eficaz de préstamos y poner en marcha otras medidas que contribuyan a una financiación eficaz de las universidades.

– Los estudiantes afirman que un sistema de préstamos no es rentable porque, como pasa en EEUU, los estudiantes no consiguen después trabajos de calidad y no pueden pagar los préstamos. ¿Crees que en la España actual podría suceder eso con un sistema de préstamos?

Evidentemente esto podría ocurrir en España si se difundieran los sistemas de préstamos puesto que la tasa de paro de los jóvenes – incluso de los jóvenes graduados – es muy alta en estos momentos.

Pero el caso de EEUU es muy diferente: allí los préstamos son la norma, el coste de los estudios universitarios es muy alto (y en consecuencia la cuantía de los préstamos), se han dado préstamos a personas que nunca iban a ser capaces de finalizar sus estudios y de alcanzar un nivel de ingresos razonable, el tipo de interés es del 6,8%. El Presidente Obama ha indicado que se va a modificar el sistema de préstamos para estudios y que va a establecer unos mínimos vitales antes de que se inicie el periodo de reembolso y está haciendo presiones para que disminuyan, o al menos no aumenten, las matrículas.

– Los detractores del sistema de préstamos aseguran que, de esta forma, los estudiantes con menos recursos no irán a la universidad o irán a las carreras o universidades más baratas por miedo a no poder pagarlo. ¿Hay un riesgo real de que suceda eso en un sistema así?

La desigualdad en el acceso a la universidad ya existe, también las diferencias en cuanto al tipo de titulaciones elegidas. Pero evidentemente si se suprimieran o redujeran las becas actuales los problemas de desigualdad aumentarían.

El debate no es beca o préstamo. si no cómo se facilita mejor el acceso a la universidad de los hijos de las familias económica y socialmente más desfavorecidas. Las becas y los préstamos, bien instrumentados, son posibles palancas  – pero no las únicas. La desigualdad no aparece al llegar a la universidad. Se puede mejorar mucho en lucha contra la desigualdad de acceso en otros ámbitos, mejora de la primaria, orientación adecuada en secundaria, apoyos específicos en la universidad, medidas fiscales, etc.

Muchos alumnos reclaman un cambio en la Universidad hacia el modelo de Suecia, Noruega o Finlandia, donde los alumnos no pagan nada si obtienen buenos resultados. ¿Sería viable un sistema así en España actualmente?

Algunos expertos en financiación universitaria españoles defienden modelos en los que  pagarían sólo los malos alumnos, los repetidores. Han estimado los posibles impactos económicos y parece que en algunas universidades y titulaciones, un sistema en el que los buenos alumnos no pagasen o muy poco y los repetidores si pagasen y mucho (6.000 euros por ejemplo) podría ser económicamente sostenible en ciertos supuestos.

Un cambio de este tipo debería evaluarse muy cuidadosamente puesto que los recursos que no aporten los estudiantes o sus familias deberían ser aportados por las Comunidades Autónomas, y muchas no están por la labor.

Además hemos visto estos dos últimos años que al elevarse el coste de las matrículas los estudiantes y sus familias modifican su comportamiento; se matriculan de menos asignaturas para asegurar el aprobado y no pagar de más, e incluso hay un cambio en cuanto al tipo de estudios que eligen los que llegan por primera vez a la universidad.

  Xavier Puente y Tomás Gómez – 23 de junio de 2014