Aunque apenas ha transcurrido un año y medio desde la implantación del nuevo sistema de financiación de las universidades inglesas en octubre de 2012, que describimos en su momento en nuestra entrada Una revolución en el modelo de financiación en Inglaterra, han aparecido unos primeros análisis parciales del mismo desde el IFS (Institute for Fiscal Studies) e, indirectamente, en otros estudios de Moodys y de Thimes Higher Education con Grant Thompton y en un “briefing” de la Cámara de los Comunes.

Una primera conclusión es que algunos de los objetivos de la reforma proclamados en su momento por el gobierno conservador británico podrían no alcanzarse y que la volatilidad y los riesgos financieros para las universidades y para el propio Estado – y su coste – pudiera ser ahora mayor que en la situación anterior.

En estos dos cursos las universidades inglesas han incrementado claramente sus ingresos – cerca de un 5% el año pasado y los de matrícula un 21% – pero al situarse en una clara lógica de mercado han continuado acelerando sus gastos e inversiones en una lucha por mantener e incrementar el volumen y calidad de sus estudiantes. La espiral de inversión y gasto no siempre está vinculada con la docencia en sentido estricto ya que, siguiendo el modelo estadounidense, abarca la comunicación e imagen, la captación de alumnos, el desarrollo de lujosas infraestructuras deportivas y de colegios mayores, cines, bares, renovaciones de aularios, nuevos edificios…; inversiones cuyo impacto en la generación de ingresos resulta difícil de evaluar.

Según Moody´s ciertas universidades han resultado claramente beneficiadas por este nuevo modelo. Se trata de aquellas que gozan de un alto prestigio a nivel internacional, atraen excelentes alumnos extranjeros no comunitarios – que pagan tasas superiores y cuyo peso medio es del orden del 12% para las universidades – y tienen una actividad de investigación relevante y económicamente eficiente, y también de aquellas universidades que tienen una oferta que no requiere infraestructuras muy importantes (lo que en España estaría generalmente asociado a una baja experimentalidad). En cambio las universidades de carácter local y sin visibilidad corren el riesgo de no captar estudiantes no comunitarios (el número de los comunitarios parece haber caído en el nuevo entorno de tasas más elevadas) y de perder sus estudiantes nacionales cuando en 2015 se suprima el numerus clausus de  las universidades y cada una redefina en consecuencia su oferta de plazas.

Desde el punto de vista de los estudiantes la perspectiva de pagar mayores tasas y endeudarse en alrededor de 40.000 euros para realizar estudios de grado no parece una perspectiva feliz. Una reciente encuesta realizada por British Council muestra que el 37 %de los  estudiantes han contemplado este año marcharse a estudiar al extranjero, un porcentaje que es el doble que en el año anterior, algo que al menos en parte parece explicarse por la subida de tasas ya que un 57% de los estudiantes encuestados declaran que se han visto sensiblemente afectados por el importe de las nuevas tasas, frente a sólo un 27% el año anterior. Sin embargo tan sólo unos 22.000 ingleses están cursando la totalidad de sus estudios de grado en el extranjero, por lo que hay propuestas de que la política de préstamos se extienda a quienes cursan estudios fuera.

En cuanto al Estado y al contribuyente inglés, el estudio del IFS indica que la subida de las tasas hasta las 9.000 libras (11.000 euros anuales) podría no traducirse en un menor coste para el contribuyente como se esperaba en las estimaciones financieras a largo plazo efectuadas en su momento y destaca las enormes dificultades para estimar correctamente el coste futuro de esta nueva fórmula de financiación. Esta incertidumbre viene dada por cuestiones tales como el impacto del aumento del coste de las matrículas en función de la inflación o el del  número de estudiantes – y de préstamos – como resultado de la eliminación de los números clausus actuales. Consideran que es posible que muchos más graduados que los estimados inicialmente no se empleen o no alcancen el nivel de ingresos mínimo (21.000 libras) para que inicien el reembolso de los préstamos, por lo que éstos quedaran a cargo del Estado y supondrán un coste mayor para el contribuyente que la formula anterior de subvención nominativa fija. Ante esta situación – según los cálculos realizados hay que prever una subvención media anual de 43 peniques por cada libra prestada a los estudiantes a lo largo de la vida de la cartera de préstamos – se está contemplando alargar el periodo de reembolso (máximo de 30 años ahora), incrementar los tipos de interés de estos préstamos o reducir el límite de ingresos de 21.000 libras a partir del cual se inician los cargos de las cuotas de préstamo a los beneficiarios. La aplicación de estas nuevas medidas, si se adoptasen, reduciría la subvención indirecta a cargo del contribuyente que supone el nuevo modelo de financiación inglés.

Otro aspecto al que algunos especialistas han apuntado es que Hefce (Higher Education Funding Council Education) ha perdido buena parte del poder de dirección política del sector del que gozaba anteriormente puesto que ocupa un lugar cada vez menos relevante al desparecer la subvención nominativa tradicional.

Por otra parte, el nuevo sistema introduce una mayor volatilidad e incertidumbre en los ingresos de las universidades, algo que no juzgan deseable estas instituciones, puesto que tienen que soportar unos costes que en su mayor parte son fijos. Además, pese a los mayores ingresos, los excedentes – los beneficios medios, las universidades en Inglaterra utilizan exclusivamente contabilidad financiera como cualquier empresa privada y desconocen la contabilidad presupuestaria empleada por ejemplo en las universidades públicas españolas – han caído en el último curso por segundo año consecutivo. Estos beneficios representaban el 4,5% de los ingresos hace dos años, y luego han caído al 4%, y éste último curso al 3,7% según THE – Grant Thomton y 90 universidades sobre 161 vieron empeorar su resultado y 22 presentaron déficit como resultado según un estudio HESA. Las universidades con mayores beneficios son en general las más recientes y las que disponen de costes de administración bajos y residencias propias. Los expertos destacan que este nivel de beneficios del 3,7% de los ingresos resulta bajo ya que ahora el nivel de las tasas es óptimo para las universidades y deberían aprovechar para constituir reservas para futuros  periodos de “vacas flacas” y para cubrir variaciones en la demanda, repuntes en gastos de personal, reconocimiento de nuevas obligaciones en materia de pensiones, mayores gastos vía inflación que no fuesen cubiertos por incrementos de matrículas… Además opinan que contar con beneficios es fundamental para las universidades que deseen desarrollar proyectos de inversión relevantes, o emitir deuda a largo plazo o solicitar préstamos. Hefce ha informado en su reciente informe Financial health of the higher education sector 2012-13 financial results and 2013-14 forecasts que el sector tiene previsto aumentar sus inversiones este curso un 50% hasta 3.900 M. También ha destacado que el nivel medio de endeudamiento de las universidades inglesas se situaba el año pasado en un 24% de sus ingresos anuales, y que su nivel de liquidez – un indicador esencial en su opinión ante este entorno más volátil – era algo superior al 20% de los ingresos anuales medios, algo históricamente anómalo ya que hasta ahora siempre los activos líquidos habían sido superiores al endeudamiento.

Desde la perspectiva del gasto es prematuro valorar los cambios en curso que probablemente solo serán apreciables contemplando un periodo más amplio pero se puede destacar que, además del importante volumen de inversiones ya mencionado, se viene observando en los últimos años una tendencia al incremento del personal docente a tiempo parcial en las universidades inglesas, que supone ya a más de un tercio de sus plantillas, muestra evidente de que existen objetivos de flexibilidad incluso en entornos en los que el personal no tiene condición funcionarial.

Xavier Puente – 26 de abril de 2014