Tras un primer estudio realizado hace dos años, la EUA (European University Association) ha publicado hoy su segundo estudio sobre la autonomía de las universidades europeas University Autonomy in Europe II – The Scorecard. Este trabajo incluye un análisis pormenorizado del marco institucional en que operan las universidades y cuatro rankings que miden la autonomía universitaria en los ámbitos de organización, finanzas, personal y académico en veintiséis países, según los cuáles España se encuentra entre los países europeos cuyas universidades cuentan con menos autonomía.

El estudio pretende implicar a todos los actores del sector educativo en un debate más profundo sobre la autonomía de las universidades, con vistas a mejorar la calidad de los sistemas de educación superior. Un mayor grado de autonomía no significa necesariamente la ausencia de regulaciones pero es imprescindible para competir en un mundo globalizado y que debe venir acompañada de un marco regulatorio favorable y de una adecuada financiación.

En el primer apartado del informe, que analiza la autonomía organizativa de las universidades, España cuenta con una puntuación del 55%, lo que nos sitúa en el puesto 19.º, muy por debajo de los líderes en este campo, el Reino Unido (100%), Dinamarca (94%) y Finlandia (93%). En términos de autonomía financiera obtenemos otro 55%, y una decimoséptima posición en la clasificación, liderada en este caso por Luxemburgo (91%), Estonia (90%) y Letonia (89%). En el ámbito académico los resultados son muy similares, un 57% y nos colocamos en la decimosexta plaza, mientras que Irlanda, Noruega y el Reino Unido obtienen puntuaciones en torno al 95%. Pero nuestro peor resultado es el referido a la autonomía en la gestión de personal, con un 48%, que nos coloca penúltimos y con menos de la mitad de la nota obtenida por Estonia (100%) y el Reino Unido (96%).

De acuerdo al estudio, la autonomía de la organización supone la posibilidad para la universidad de fijar sus propias reglas y órganos de gobierno sin interferencias legales, definir su organización en departamentos y facultades, nombrar los representantes no académicos en los órganos de gobierno y crear entidades de todo tipo.

La autonomía financiera supone que las universidades puedan aplicar sus fondos a aquellos fines y actividades que crean necesarios, que puedan endeudarse retener sus excedentes y disponer de su patrimonio inmobiliario, que fijen libremente las tasas académicas y también que dispongan de una financiación estable que permite planificar  estratégica y financieramente a medio plazo.  Por ello, la EUA muestra su preocupación por que en varios países están aumentando los controles sobre las universidades y se está reduciendo su autonomía económica, algo que consideran inadecuado ya que promueve una plena autonomía acompañada de una completa transparencia y rendición de cuentas de la universidad a la sociedad.

En el ámbito académico la autonomía supone la capacidad de seleccionar a los estudiantes y establecer su número, crear o cerrar titulaciones, programas y métodos de evaluación y definir los idiomas en los que se imparten las clases,

La autonomía en la gestión de personal mide la posibilidad de contratar y despedir y fijar las condiciones salariales libremente siendo capaces de atraer un personal académico y administrativo de alto nivel se considera también un elemento muy relevante en el entorno internacional actual y una premisa para disponer de equipos de gestión eficaces.

Xavier Puente – 15 de noviembre 2011