El informe Eurostudent IV “Social and economic conditions of student life in Europe”   es un amplísimo estudio de más de doscientas páginas que analiza la situación social y las condiciones de vida de los estudiantes universitarios europeos (edad, sexo, origen social, tiempo de dedicación a los estudios, movilidad internacional, alojamiento, empleo…) a partir de encuestas realizadas en 25 países.

El informe Eurostudent IV “Social and economic conditions of student life in Europe”   es un amplísimo estudio de más de doscientas páginas que analiza la situación social y las condiciones de vida de los estudiantes universitarios europeos (edad, sexo, origen social, tiempo de dedicación a los estudios, movilidad internacional, alojamiento, empleo…) a partir de encuestas realizadas en 25 países.

Eurostudent IV – “Social and economic conditions os student life in Europe” – un análisis de las circunstancias de los estudiantes universitarios europeos

El informe Eurostudent IV “Social and economic conditions of student life in Europe” – es un amplísimo estudio de más de doscientas páginas que analiza la situación social y las condiciones de vida de los estudiantes universitarios europeos (edad, sexo, origen social, tiempo de dedicación a los estudios, movilidad internacional, alojamiento, empleo…) a partir de encuestas realizadas en 25 países.

El universitario medio europeo es una mujer matriculada en grado, cuyos padres han realizado estudios universitarios y que tiene menos de 24 años de edad, pero esta media oculta una realidad mucho más rica y heterogénea y aunque sea imposible resumirla aquí, vamos a presentar algunos de sus datos más significativos.

Edad y acceso

Si tomamos los datos de los países europeos más significativos, observamos que la edad media de los estudiantes universitarios difiere mucho de un país a otro, enfrentándose la juventud del universitario francés – 21,5 años de edad media del estudiante universitario – a la madurez danesa: 26,5 años de media de edad. España – pese a un 93% de estudiantes de nuevo ingreso que acceden directamente sin transición desde la secundaria – se sitúa en una posición intermedia con una media de edad de sus universitarios de 24,1 años, que baja a 23,2 años cuando nos referimos exclusivamente a los estudiantes de grado / licenciatura. Francia, Italia, Polonia, Rumanía y Turquía tienen una población universitaria joven, más del 75% de los estudiantes – y a veces más del 80% – tiene menos de 25 años, pero no es así en otros lugares: en el Reino Unido un 23% de los estudiantes tienen más de 30 años ya que es frecuente iniciar estudios tras unas primeras experiencias laborales, en Dinamarca es bastante habitual iniciar sus estudios uno o dos años – o incluso más tarde – después de haber finalizado la secundaria e incluso se promueve la adquisición de experiencias laborales, de cooperación o asociativas etc. antes de iniciar estudios de grado. Otros países con una proporción importante de estudiantes de más de treinta años son Portugal, Austria e Irlanda, lo que puede explicarse también por la potenciación de las fórmulas de estudio a lo largo de toda la vida.

La diferencia de edad explica, al menos parcialmente, algunas diferencias en otros ámbitos. Mientras que muchos de los estudiantes universitarios de países con estudiantes más maduros viven en pareja y un 16% de los estudiantes daneses o un 13% de los suecos tienen  ya hijos, en el caso español, esa tasa es de las más bajas, sólo el 4%.

La edad está también ligada a la existencia de vías de acceso a la universidad que no sean la tradicional de llegada automática al fin del bachillerato. Irlanda, Finlandia y Suecia destacan por el uso de modalidades más abiertas ya que más de un tercio de sus estudiantes no acceden a la universidad directamente sin transición desde el bachillerato, o lo hacen cuando ya han pasado más de dos años desde que finalizaron esos estudios, algo que muchas veces constituye una vía de acceso de los estudiantes provenientes de medios socialmente más desfavorecidos.

El máster sigue pautas un tanto diferentes. En el caso español se observa que más de un tercio de los alumnos de postgrado tienen más de treinta años.  

Género

Excepto en Alemania, en prácticamente toda Europa las mujeres son mayoritarias en el alumnado de la universidad e incluso en ciertos países como Suecia, Dinamarca o Rumania, llegan a suponer más de dos tercios de los estudiantes. En España la muestra presenta una proporción de 55% de mujeres. Eso no significa sin embargo que no se mantengan ciertas pautas más “tradicionales” y en casi todas partes la mujer es minoritaria en los estudios científicos y mayoritaria en el ámbito de las ciencias humanas.

Al unir la variable sexo con edad, se observa que, en general los varones universitarios tienen más edad, algo que se explica al menos en parte por su desempeño más pobre en los estudios secundarios y su acceso más tardío a la universidad.

Origen social e igualdad de oportunidades

Al analizar el origen familiar de los estudiantes universitarios se observa que en casi toda Europa sigue existiendo una selección invisible que penaliza a los jóvenes de ámbitos más desfavorecidos, si bien de media más del 50% de los estudiantes universitarios proceden de hogares con padres que no tienen estudios universitarios. En este sentido países como Portugal, Irlanda, Dinamarca o Polonia muestran una gran movilidad social mientras que España, Francia y Alemania forman parte de los países que penalizan el acceso a las universidades de las clases más humildes.

Hay además países que se caracterizan por ser socialmente “inclusivos” (la composición del estudiantado refleja la de la sociedad sin sobrerepresentación de los medios más favorecidos o infrarepresentación de los más desfavorecidos); este es el caso de Irlanda, Finlandia, Holanda y Suiza.

Otro aspecto estudiado es el tipo de estudios elegido por esos estudiantes y se observa que  los estudiantes de medios más desfavorecidos suelen optar por estudios de humanidades y no por estudios científicos.

¿Trabajar y estudiar simultáneamente?

Trabajar – en sentido amplio, incluyendo actividades como becas en la propia universidad, hacer de canguro etc. – es un fenómeno habitual entre los universitarios de los países europeos ya que en más de la mitad de los países trabajan de forma habitual más de un 40% de los estudiantes. Pero esta situación es poco frecuente en España. En efecto, mientras que un 74% de los universitarios suizos efectúan trabajos remunerados – casi siempre bajo modalidades contractuales estables – España es el país donde menos estudiantes trabajan, sólo lo hace un 34%.

Tiempo de estudio y de trabajo remunerado

El tiempo dedicado al estudio (asistencia a clase + trabajo personal) por los estudiantes universitarios presenta diferencias por países y también si se trata de estudios de grado o de máster y si los estudios son a tiempo completo o parcial.

En grado hay diferencias significativas entre países como Francia – con 31 horas de estudio – e Italia con 38 horas; en máster el fenómeno se acentúa y Rumania con 23 horas de tiempo de estudio en el postgrado está muy alejada de Suecia, dónde el estudiante medio le dedica 39 horas. En España esa diferencia es inexistente ya que la media de tiempo de estudio es de 34 horas para ambos colectivos.

En general se aprecia que hay más horas de clase presencial en grado (19 horas en España) que en máster (16 en España) y también más horas presenciales en los estudios científicos que en el resto.

Este tiempo de estudio puede verse influido por la existencia de trabajos remunerados en paralelo a los estudios. Esto es muy frecuente en Polonia, donde el estudiante de grado dedica 19 horas de medio al trabajo remunerado y el de máster 25 horas.

Otra variable ligada a las anteriores es si el universitario sigue estudios a tiempo completo, más del 80% están en este régimen, o a tiempo parcial, modalidad que suele estar unida al desarrollo paralelo de actividades laborales o a la atención a obligaciones familiares. Pero el vínculo entre tiempo de estudio y estudio a tiempo completo no es tan rígido como se supone ya que más de un 20% de los estudiantes a tiempo completo dedican menos de veinte horas al estudio y en cambio un 20% de los estudiantes a tiempo parcial dedican más de treinta horas semanales al estudio.    

Al unirse al trabajo remunerado de los estudiantes, el tiempo total de “actividad” de los estudiantes puede llegar a ser muy alto, superando las cincuenta horas semanales de media, cosa que sucede en Portugal y Polonia. En España, el tiempo medio que dedican los alumnos de grado a sus estudios es de 34 horas y otras seis a trabajo remunerado, mientras que en el caso de los estudiantes de máster es de 34 y 17 horas respectivamente.

Alojamiento

El alojamiento es una cuestión central al valorar como viven los estudiantes universitarios. En todas partes se aprecia que la mayor edad del universitario se asocia a mayor independencia en materia de alojamiento. Si se analiza la población estudiantil de menos de 25 años de edad se puede observar que en Italia, España, Polonia y Malta  lo habitual es vivir en el domicilio familiar – con un 76% y un 58%  respectivamente en el caso de los dos primeros países – mientras que en Gran Bretaña, Alemania, Suecia o Dinamarca esa modalidad es poco habitual (30%, 28%, 18% y 6%) siendo lo más frecuente residir en viviendas alquiladas – a veces compartidas con otros estudiantes – o en residencias universitarias que es la formula empleada por más de un 20% de los estudiantes en Suecia, Finlandia, Letonia, Chequia, Eslovaquia, Rumanía y Turquía.

La valoración por los estudiantes de las distintas opciones de alojamiento muestra que la familiar está valorada positivamente por más del 75% de los universitarios. Sin embargo supone un mayor tiempo de transporte (37 minutos de media) frente a las residencias (15 minutos de media).

Ingresos y Gastos

El origen y cuantía de los ingresos del estudiante varían mucho según los países analizados. En once países el trabajo remunerado es su principal fuente de ingresos, en seis lo es la familia y en otros seis lo son las ayudas y becas públicas o privadas.

España ocupa el segundo lugar entre los grandes países europeos en los que la familia sostiene al estudiante, ya que aquí la familia cubre más del 55% de los ingresos del estudiante, porcentaje que baja a menos del 15% en países como Gran Bretaña, Suecia o Dinamarca, dónde los estudiantes reciben ayudas y becas públicas que suponen entre el 41% y el 60% de sus ingresos.

En otros países como Suiza lo habitual es que el estudiante costee su periodo de estudios universitarios mediante trabajos remunerados, que suponen más del 40% de sus ingresos.

En países como Holanda, Alemania, Dinamarca y Suiza, las cuantías de ingresos totales de los estudiantes divergen poco, mientras que en Chequia, Eslovaquia e Irlanda entre otros hay una fuerte disparidad en el nivel de renta disponible de los estudiantes. También se aprecia que los estudiantes varones tienen un nivel de ingresos ligeramente mayor que sus compañeras, aunque la diferencia es pequeña.

El gasto de los estudiantes europeo se destina primordialmente a alojamiento y comida: un 75% del gasto cubre estas dos partidas en el caso de los estudiantes que viven fuera del hogar familiar. El coste de matrícula es bajo – y a veces es inexistente – en la mayor parte de los países y su impacto en la estructura de gastos del estudiante no es importante.

Movilidad internacional

La movilidad internacional de los estudiantes europeos es todavía reducida. El número de extranjeros matriculados en las universidades se sitúa por debajo del 5% en la Europa del Sur mientras que supera el 10% en Holanda y los países escandinavos.

Si consideramos un concepto más amplio de movilidad, los suizos presentan un nivel de movilidad relativamente importante en las tres modalidades consideradas: curso de idiomas – 12% – trabajo en el extranjero – 7% – estudio en el extranjero – 6%- mientras que sus homólogos españoles tienden sobre todo a viajar para hacer cursos de idiomas – un 17% – y en menor medida a seguir parte de sus estudios  fuera – 7%- y nada a trabajar en otro país – algo que sólo ha hecho un 1% de los universitarios españoles.

El estudio muestra también que la movilidad es menos habitual en los estudios de tipo científico, excepto en el caso de los estudiantes franceses que suelen salir más que sus compañeros en otras disciplinas, y que aumenta cuanto mejor situada socialmente está la familia del estudiante. Además se aprecia la importancia del programa Erasmus en ciertos países: el 78% de los estudiantes italianos que han estudiado fuera lo han hecho en el marco de ese programa, que en cambio no tiene mucha acogida en los países escandinavos donde prima el programa Nordplus.

Los motivos que se alegan para no efectuar estudios en el extranjero son económicos – 58% en el caso español – de alejamiento de la familia – 35% – o de desconocimiento de idiomas extranjeros – 41% en nuestro país frente a un 10% en Dinamarca o Suecia por ejemplo. En ese sentido es interesante ver que en más de dos tercios de los países analizados, al menos el 20% de los estudiantes tienen un excelente nivel en al menos dos idiomas extranjeros.

Valoración de los estudios

En más del 75% de los países estudiados, la mayor parte de los estudiantes considera que sus estudios constituyen un buen punto de partida para el acceso a la vida laboral, algo que no sucede en España dónde sólo el 49% de los estudiantes efectúa esa valoración positiva. Esto no es obstáculo para que estén satisfechos con sus estudios y lo que les aporta personalmente. Es probable que este sea el motivo por el que únicamente el 9% de los estudiantes de grado españoles tienen claro que no desean efectuar otros estudios universitarios cuando se gradúen.

 

Xavier Puente – 6 de enero de 2012